Labrador Retriever de Abantueso: Pulida joya de una estirpe

Hace unos años, el perro de unos amigos consumó su ciclo vital. La pérdida dejó en ellos una sensación de vacío emocional y racional comparable, en cierto sentido, al fallecimiento de un familiar o amigo cercano. Lo quisieron tanto. Sintieron tan hondamente su muerte que decidieron no tener más. Pero el tiempo se encargó de pasar su maravillosa esponja sobre la memoria del afligido matrimonio, difuminando en su recuerdo los perfiles de aquellos tristes días. 

Aconteció también que la pequeña de la familia se había encaprichado de un cachorro. Al que veía en un spot televisivo juguetear con un rollo de papel. La niña se emperró y a toda costa quería una mascota igual. El perro en cuestión era un Labrador Retriever. Un ejemplar canino caracterizado por ser un excelente recuperador o cobrador de piezas.

Por aquel entonces yo me relacionaba con ganaderos de reses bravas. Propietarios de yeguadas afamadas y criadores de selectas razas caninas. Así que al consultarme dónde podían acudir para complacer el deseo de su niña, no tuve que pensar la respuesta: “Sé quién puede proporcionaros el perro que buscáis -les dije-, se llama Pedro Riaño, está en Guadarrama y cría el mejor prototipo de Labrador que pueda encontrarse en la Península Ibérica.”

El mejor prototipo de Labrador

Pedro es nacido y vivido en el ámbito rural. Pasó la infancia en contacto permanente con animales domésticos, principalmente vacas, caballos y perros. De aquella primera etapa sus vivencias derivaron a otra más larga y profesionalizada. Durante treinta años estuvo dedicado al estudio, cría y adiestramiento del caballo pura raza español.

En el último tramo de su desempeño en la yeguada, le acompañó un perro Labrador al que llamó Jonás. Eficiente palafrenero, siempre presto al quite para lo que su dueño tuviera a bien mandar. Si Pedro olvidaba la fusta, al momento se la acercaba Jonás; si lo dejaba al cuidado de la montura, con la boca sujetaba las riendas.

Deslumbrado por la inteligencia, el carácter laborioso y la disposición de Jonás para ejecutar las encomiendas, surgió en Pedro el relampaguear de lo imprevisto. Brotó en él la irresistible inclinación por criar perros de esa índole.

La vocación no se elige, se nace con ella. A Pedro Riaño se la despertó el perro de marras. De modo que resolvió cambiar la seda por el percal y permutó corceles por canes. Del tiempo que pasó dedicado a la cría caballar a este eminente etólogo le queda, además de la vasta y benéfica experiencia acumulada, el andar cascorvo, propio de un veterano jinete.

Hoy está dedicado exclusivamente a seleccionar e instruir ejemplares del linaje Labrador Retriever. Una estirpe canina significada por su carácter complaciente, connatural en ella.

Conociendo la historia y características de los Labradores

Pedro se aplicó a estudiar la historia de estos especímenes. Y supo que su procedencia hay que buscarla en el viejo Cronos, mandatario del tiempo, de los ríos oscuros, de las nieblas y humedades de los hiperbóreos bosques de Terranova.

Profundizó después en las peculiares características de esta raza. Se documentó de manera exhaustiva y salió a conocerla al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda. En este país los criadores de perros columbraron que el Labrador de San Juan de Terranova era una especie perfectible.

Resuelto a encontrarla, visitó diferentes criaderos hasta que dio con lo que buscaba: El Labrador Retriever ideal, un dechado de cualidades positivas. Dual como un fonema, con significante y significado. Un perro que conjugaba su hermosa estampa con una extraordinaria capacidad para realizar funciones múltiples.

Encontrada la materia prima o “rocío de mayo”, según la terminología alquimista, se aprestó a ennoblecer aún más el encaste por medio de la selección artificial específica. Un arte virtuoso éste que la Providencia otorga de manera discrecional. Cada cual tiene lo que Dios da, y a Pedro Riaño le ha concedido talento para discernir las características morfológicas y conductuales distintivas de los animales.

Entregado a la delicada tarea de pulimentar la raza, cruzó los mejores progenitores de Labrador. En pro de destilar la quintaesencia, lo más puro de su sustancia, y en pocos años dio con el perro 10. Periquito se hizo fraile. El perito instructor de caballos trocó en reputado criador del Labrador Retriever. Y ya es primero entre iguales en lo referente a la selección fenotípica de esta renombrada estirpe de cánidos.

La naturaleza del Labrador

Pedro Riaño ha sabido penetrar en la naturaleza del Labrador como el judío que practica el cerrado arte de la crisopeya. Desde Paracelso, se considera alquimia cualquier proceso en el que las sustancias naturales son susceptibles de convertirse en algo nuevo, y Pedro cría un perro diferente por su carácter, su versatilidad y multifuncionalidad. Un can al que ni siquiera le hace falta hablar porque tiene recursos expresivos para hacerse entender, con gestos y ademanes, en elocuente comunicación no verbal.

Al cabo de los años este afable guadarrameño le ha dado impronta a su apasionada obra. Respetando la raíz sajona, ha añadido un rasgo diferenciador a modo de denominación de origen: el posesivo Abantueso. Un término sacado del entorno natural donde se crían y adiestran los perros. Toma el afijo del Monte Abantos y el sufijo de la flor de Cantueso que aromatiza el aire en ese lugar serrano.

Recelo de que un hombre juicioso y cauto como Pedro Riaño trate de emular al ínclito ganadero gaditano Fernando Navalón y pretenda criar perros con los ojos verdes. Sería la repanocha. Aunque, a tenor de los avances genéticos, tampoco es descabellado pensarlo. Supondría un hito añadido a lo ya conseguido. Bromeaba el poeta Palomera que al Labrador de Abantueso, para ser el mejor amigo del hombre, no le falta más que tener dinero.

Mis aliviados y condescendientes amigos se pasaron por Guadarrama, gozaron del sosiego aletargador de un día de primavera y recorrieron las singulares instalaciones donde Pedro Riaño selecciona sus Labradores. Después de atender sus explicaciones, tan sencillas como profusas, expresadas con la simplicidad que no envejece, remediaron su orfandad canina llevándose, de entre las labradas joyas de Abantueso, la indicada por el experto criador.

Quien es Pedro García, según Javier Hurtado, periodista afamado y Presentador de Tendido Cero.

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